domingo, 14 de septiembre de 2014

Sentado en el capó de un viejo Peugeot rojo

¿Quién te escribe aun sin saberlo?
Te presentas a tientas,
Te autoproclamas única luz en la penumbra,
Legítima deidad del viejo mundo.

¿Cuántos soñamos?
Sentados en el capó de un viejo Peugeot rojo,
Contemplando, sin ser conscientes de ello, tu magnificencia.
Tengo las alas fracturadas de tanto soñarte despierto,
He gastado el último verso en tu nombre,
He olvidado cómo rimar tu reflejo
Con cualquiera de las metáforas
Con las que antes jugaba sin fatigas.

Ahora ya no escribo ni cuando pretendo
Ni cuando estimo.
Ya no hay en mi cabeza más rima
Que la que mi pasado me otorga.

Por eso me hallo aquí,
Por eso te contemplo, sentado, desde un viejo Peugeot rojo,
Por eso no sueño, por eso no te escribo.

Porque, ¿cuántos habrán escrito sobre ti sin saberlo?
¿Cuántos habrán quebrado sus alas soñándote despiertos?
¿Cuántos habrán malgastado en ti su último verso?

Tú, deidad del antiguo y nuevo mundo,
Tú, nívea luz de la confusión,
Musa inmutable de cuantos en tu resplandor se han perdido.

Me pierdo entre la velocidad
Y el viento acariciando mi mano por fuera de la ventanilla.

Conduzco entre las calles de mi ciudad,
Sin rumbo, sin límite.

Conduzco para perderme.

Porque ¿Cuántos sobre ti han escrito sin saberlo?
¿Cuántos se han perdido en ti
Por el mero hecho de quererte,
De querer tenerte?

¿Cuántas noches conduciendo sin rumbo,
Corriendo entre tu luz y la oscuridad de la noche?

¿Cuántos versos gastados,
Cuántas rimas perdidas,
Cuántos poetas sin nombre?


domingo, 8 de junio de 2014

"¿ASÍ QUE QUIERES SER ESCRITOR?" de Charles Bukowski

Si no te sale ardiendo de dentro,
a pesar de todo,
no lo hagas.
A no ser que salga espontáneamente de tu corazón
y de tu mente y de tu boca
y de tus tripas,
no lo hagas.
Si tienes que sentarte durante horas
con la mirada fija en la pantalla del ordenador
ó clavado en tu máquina de escribir
buscando las palabras,
no lo hagas.
Si lo haces por dinero o fama,
no lo hagas.
Si lo haces porque quieres mujeres en tu cama,
no lo hagas.
Si tienes que sentarte
y reescribirlo una y otra vez,
no lo hagas.
Si te cansa sólo pensar en hacerlo,
no lo hagas.
Si estás intentando escribir
como cualquier otro, olvídalo.

Si tienes que esperar a que salga rugiendo de ti,
espera pacientemente.
Si nunca sale rugiendo de ti, haz otra cosa.

Si primero tienes que leerlo a tu esposa
ó a tu novia ó a tu novio
ó a tus padres ó a cualquiera,
no estás preparado.

No seas como tantos escritores,
no seas como tantos miles de
personas que se llaman a sí mismos escritores,
no seas soso y aburrido y pretencioso,
no te consumas en tu amor propio.
Las bibliotecas del mundo
bostezan hasta dormirse
con esa gente.
No seas uno de ellos.
No lo hagas.
A no ser que salga de tu alma
como un cohete,
a no ser que quedarte quieto
pudiera llevarte a la locura,
al suicidio o al asesinato,
no lo hagas.
A no ser que el sol dentro de ti
esté quemando tus tripas, no lo hagas.
Cuando sea verdaderamente el momento,
y si has sido elegido,
sucederá por sí solo y
seguirá sucediendo hasta que mueras
ó hasta que muera en ti.
No hay otro camino.
Y nunca lo hubo.